Con el nombre de STEET LIGHT INTERFERENCE (S.L.I.)
la investigadora británica Hillary Evans definió a este fenómeno
más por su efecto que por su causa.
Este consiste en una INTERFERENCIA ELECTRICA HUMANA que provoca
efectos sobre las luces de la calle, haciendo que este se apague de una vez
o en forma intermitente, incluso si la persona que inconscientemente
emite esta energía camina o permanece indiferente.
Este efecto SLI es involuntario y es similar a los descriptos hace
un tiempo como TELERGIAS o PSICORRAGIAS.
Estas liberaciones de energía psíquica que se producen durante
algunos estados inducidos o espontáneos, que afectan tanto a
objetos cercanos como a otros que están distantes.
La interferencia con el alumbrado público es el aspecto más notable
de este fenómeno, aunque ha despertado controversias, algunas
veces por el estado de las luces, otras por el mismo azar.
Para H. Evans estas personas reciben el nombre de SLIDERS.
Algunos investigadores han hecho extensivo el fenómeno a aparatos
que entran en contacto con la persona en cuestión, sean televisores,
relojes, luces, computadoras y hasta celulares que rápidamente
agotan sus baterías o empiezan a funcionar mal.
Según ellos los impulsos eléctricos del cerebro interfieren con otras
fuentes de energía eléctrica, siendo esta la explicación más atinada.
Estos impulsos a su vez no se reducen al área craneal sino que se
trasmiten a todas las partes del cuerpo a través de neurotransmisores.
¿ Quién alguna vez no ha sentido la carga estática en el pelo ?
Otros entusiastas del estudio del estado electromagnético del cuerpo
han recibido "patadas" al tocar objetos metálicos o han visto
"chispazos" en la oscuridad al frotar sus prendas de vestir,
generalmente con algún porcentaje de lycra.
Parece ser que el fenómeno de las luces de la calle no se ha podido
reproducir en un contexto científico, pero muchos lectores afirman que
en períodos de mucho stress han sufrido fallos en sus celulares,
computadoras, relojes o en las luces de su casa o trabajo.
La ENERGIA HUMANA que produce esta fenomenología,
se nutre de profundos estados de stress o de intensa ira.
Vale tenerlo en cuenta y estar atentos a cómo funcionan
los aparatos que usamos frecuentemente, sin caer en
la paranoia. Y considerar que en estos tiempos nos
hemos acostumbrados a naturalizar estados de inquietud,
stress y miedo sin preguntarnos demasiado por su origen.
De manera que si estalla un foco o hay fallos reiterados en aparatos
por lo menos habrá una evidencia física de nuestros estados de ánimo.
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