martes, 22 de septiembre de 2015

BUHOS y LECHUZAS

Tanto el Búho como la Lechuza son figuras talismánicas de carácter 
universal utilizadas desde tiempos muy remotos. Por sus hábitos
nocturnos siempre se los vinculó con el misterio, el mundo intangible
y la magia. Hallazgos arqueológicos los situán como uno de los 
vertebrados más antiguos, sus fósiles encontrados datan por lo menos
de 60 millones de años y son una de las pocas aves que están
representadas en el Arte Rupestre. Para algunas tribus australianas
los "wandjina" son seres supremos que les habrían enseñado a 
cazar, pescar y construir, tenían el poder causar innundaciones y
desastres naturales si eran ofendidos. Estos seres no tendrían boca
pero si grandes ojos vigilantes y negros y sus cabezas redondas.
Eran seres que habían venido del Cielo y tenían el conocimiento y
el poder.Se representaron en las Cuevas de Kimberly en Australia 



Para los griegos el Búho, junto con el Olivo y la Luna creciente
eran atributos divinos y exclusivos de la diosa Atenea, hija de 
Zeus. Ella era venerada como la benefactora de la sabiduría y
portadora de una inteligencia infinita. El búho era su leal 
mensajero de conocimientos incomprensibles para los mortales
ya que él hablaba la lengua de los dioses. 
 


En Babilonia, se les colocaba a las mujeres un talismán en forma
de búho para proteger el alma del bebé, durante el parto.

Algunas tribus australianas creen que así como el murciélago
representa al alma del hombre, la lechuza representa al alma
de la mujer y eran considerados animales sagrados.


Los Japoneses creían que ellos eran mensajeros de los dioses y que
su misión era la de advertirles el peligro o la cercanía del enemigo.
Brindaban por ellos antes de sus expediciones de caza.

Pero con los romanos cayó su reputación ya que sus hábitos
nocturnos, su mirada casi humana y su enigmático canto a veces
presagiaba la derrota de una batalla o la muerte de alguien.
Tal es el caso de César, Augusto y Agripa, sus muertes fueron
anunciadas por el canto de los búhos, de ahí viene su injusta
fama de aves "agoreras" o de traer mala suerte.

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