lunes, 22 de junio de 2015

PAJARO AZUL, Leyenda de SAN LUIS, ARGENTINA

Sobre el origen de la palabra Huarpe hay muchas versiones, algunas 
aseguran que significa "gente del Arenal", otras "Piedra que cae", 
otras lo vinculan con su Dios Hunuc Huar entonces significaría hijos 
de Hunuc Huar, sobre los orígenes de esta etnia también hay
muchos criterios, aunque todos parecen coincidir en que la zona 
que habitaron, fue la Región de Cuyo, Argentina, que comprende 
las Provincias de San Luis, Mendoza, San Juan, parte de 
Santiago del Estero y Córdoba e incluso zonas de Neuquén.

Hay una hermosa leyenda que nace de los Huarpes que habitaban 
 la Provincia de SAN LUIS, Argentina, esta comunidad vivía al
amparo de un viejo Cacique cuya hija era muy bella, su largo
cabello negro azabache y sus ojos azules eran la luz de los
ojos del padre porque además de hermosa era una muy
 buena hija, especialmente dedicada a cuidar a su padre.
El la llamaba LUNA BLANCA por la blancura de su piel, 
y ella parecía tener además otro don natural para el canto con 
el cual serenaba, dando alegría y buenos ánimos a su familia y 
amigos quienes la escuchaban cantar mientras hacía sus labores 
junto a todos los demás, como todos los días.
Así transcurrieron en paz y armonía los años en esta tribu que 
solía hacer un gran fogón alrededor del cual cantaban y danzaban
en honor a sus Dioses, pero no sabían que a la sombra acechaban
 enemigos, envidiosos de su alegría y de la fertilidad de sus tierras.

Estos esperaron la noche y un descuido para raptar a la Princesa
y hacerla cautiva, encerrándola en una gruta del monte más alto.
Su padre desconsolado cuando supo de su ausencia, salió a 
buscarla junto con otros hombres, pero al paso de los días no
encontraron ni el rastro. Mientras tanto LUNA BLANCA, sin agua
ni comida, fue perdiendo sus fuerzas y se encomendó a su Dios
para pedirle que termine con el suplicio de morir lejos de los que
amaba, entonces su hermoso cuerpo se transformó y ya más
pequeño pudo escapar por una rendija de su prisión.
Desde lo alto encontró el camino de regreso hacia su tierra,
allí encontró a su padre, triste con la mirada perdida y el
corazón roto, pero ella se posó en su hombro y cantó.
El al principio no entendió cómo ese canto le resultaba tan
conocido y después supo que Hunuc Huar le había traído
de vuelta a su hija, convertida en un ave que libre de cualquier
prisión, volaría cada tarde para acompañarlo con su canto.

Así fue que el Viejo Cacique esperaba ansioso las horas
del amanecer para reencontrarse con su amada hija.

En cuanto a la otra tribu, se dice que una epidemia 
terminó con todos y cada uno de ellos.  

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