martes, 16 de junio de 2015

L E Y E N D A

Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. 
Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, 
porque los dos eran muy altos. 


Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron.
 Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día.
 En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. 

A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca 
de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y 
pidió que le fuera perdonado su crimen. Abel contestó: 

—¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; 
aquí estamos juntos como antes. 

—Ahora sé que en verdad me has perdonado —dijo Caín—,
 porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar.
 Abel dijo despacio: 

—Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.



ELOGIO DE LA SOMBRA

JORGE LUIS BORGES

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