domingo, 26 de abril de 2015

BUENOS AIRES Subterránea, LA LINEA "A"

Nunca los ví, pero ahora que conozco la historia prestaré más atención. 
Cada cual tendrá su postura o creencia respecto a relatos de "fantasmas" o 
"espectros" que deambulan por aquellos lugares en los que perdieron su vida

Hay una teoría que sostiene que, cuando la muerte fue tan inesperada, 
trágica o temprana, las personas no saben que se han ido.

Es probable y esta es una de las historias de aquellos pasajeros que un día
surcaron el océano para buscar en América lo que su patria les negaba, una
vida mejor. La mayoría la encontraron y formaron sus familias en las que
nuestras historias irremediablemente se entrecruzan. Será por eso que
muchos argentinos tenemos esa añoranza que sintieron nuestros
 abuelos en los barcos. El mar se habrá desbordado de lágrimas en las
que se entremezclaban la esperanza, la tristeza y la incertidumbre.
Muchos ni siquiera conocían el idioma, en su mayoría eran de condición
muy humilde y analfabetos, pero eran bestias para el trabajo duro y
así sostuvieron a sus familias, siendo pilar de otra historia en el País. 

En una cara a veces, parecen reflejarse todas las caras

Un 15 de septiembre de 1911 comienza la construcción a cielo abierto de
la primera línea de subterráneos en Sudamérica la LINEA A. En ella se
emplean a 1500 trabajadores que a pico y pala se distribuían el duro
trabajo en turnos. Un trágico 15 de mayo de 1912 el tramo que iba de
Avenida de Mayo hasta Chacabuco se desmorona y con el arrastra a
pesadas piezas de metal y escombros. Varios hombres quedan sepultados
y son rescatados por los bomberos y voluntarios, ya que el turno era el
de la noche, después de las 6 de la tarde. Los sobrevivientes son asistidos
y trasladados al Hospital San Roque, pero hubo 2 hombres que no
corrieron la misma suerte.


Se trata de dos inmigrantes italianos SALVADOR VACCA y
ANTONIO SALAS, la noticia apenas tuvo un espacio en la revista
Caras y Caretas y aunque ya pasaron más de 100 años la historia
de estos hombres, subsiste en los relatos de quienes los han visto.
El derrumbe truncó sus vidas y dos estaciones ALBERTI y PASCO.
Los trabajadores del subte suelen verlos sentados o en los túneles
oscuros, pero ellos conocen estas historia.

Lo curioso es que muchos pasajeros no, y los han visto. Puedo asegurar
que cuando los vagones pasan por estas estaciones, las luces parpadean.
Algunos pasajeros han visto el reflejo de sus caras tristes en las ventanas
Otros los vieron sentados en la estación como si esperaran algo.
Algunos se animaron a preguntarle a los trabajadores del subte quiénes
son estos hombres, entonces han conocido la historia.
Nadie siente miedo al verlos, su presencia no es amenazadora, sólo
es pasiva, triste, en actitud de espera. ¿Esperarán ser encontrados?

Yo creo que los fantasmas se resisten al OLVIDO.


El 1° de diciembre de 1913 la Línea A se inaugura.

Convirtiéndose en la primera línea de subterráneo del Hemisferio Sur.
Entonces funcionaba a intervalos de 4 minutos hasta despues de la 1.
Gracias al esfuerzo de tantos hombres podemos surcar la Ciudad de
un extremo a otro en cuestión de minutos.

Si alguien al pasar los vé, sepan que sus nombres fueron
SALVADOR VACCA y ALBERTO SALAS.
Que las estaciones PASCO y ALBERTI deberían llevar
sus nombres en memoria y gratitud de tantos laburantes
que no pudieron escapar de su destino.

Que en respeto se los recuerde con una Plegaria,
una Flor en el andén y un Gracias eterno. 



  


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