sábado, 16 de julio de 2016

LA ESFINGE

La esfinge de los monumentos egipcios (llamada androesfinge por Heródoto, para
distinguirla de la griega) es un león echado en la tierra y con cabeza de hombre;
representaba, se conjetura, la autoridad del rey y custodiaba los sepulcros y templos. 
Otras, en las avenidas de Karnak, tienen cabeza de carnero, el animal sagrado de 
Amón. Esfinges barbadas y coronadas hay en los monumentos de Asiria y la imagen 
es habitual en la gemas persas. Plinio, en su catálogo de animales etiópicos, incluye 
las esfinges, de las que no precisa otro rasgo que el pelaje pardo rojizo y los pechos iguales.

La esfinge griega tiene cabeza y pechos de mujer, alas de pájaro, y cuerpo y pies de
león. Otros le atribuyen cuerpo de perro y cola de serpiente. Se refiere que desolaba 
el país de Tebas, proponiendo enigmas a los hombres (pues tenía voz humana) y devorando a quienes no sabían resolverlos. A Edipo, hijo de Yocasta, le preguntó:


—¿Qué ser tiene cuatro pies, dos pies o tres pies, y cuantos más tiene es más débil?
Edipo contestó que era el hombre, que de niño se arrastra en cuatro pies, cuando es
mayor anda en dos y a la vejez se apoya en un báculo. La esfinge, descifrado el enigma, 
se precipitó desde lo alto de su montaña.
De Quincey, hacia 1849, sugirió una segunda interpretación, que puede complementar
la tradicional. El sujeto del enigma, según De Quincey, es menos el hombre genérico que
el individuo Edipo desvalido y huérfano en su mañana, solo en la edad viril y apoyado en
Antígona en la desesperada y ciega vejez.


1. Así es, parece, la versión más antigua. Los años le agregaron la metáfora que hace 
de la vida del hombre un solo día. Ahora se formula de esta manera: 
¿Cuál es el animal que anda en cuatro pies a la mañana, en dos al mediodía, 
y en tres a la tarde?


Del  Libro de los Seres Imaginarios de Jorge Luis Borges 
y Margarita Guerrero

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