jueves, 19 de octubre de 2017

OJANCANO

También conocido como Ojancanu, se trata de un Gigante cántabro que encarna el mal, lo negativo y lo salvaje. Tiene diez dedos en cada pie y cada mano su rostro es redondo y de color amarillento, cabello y barba larga de un rojo tan intenso como las llamas y un único ojo, en la mitad de la frente, que relumbra como una candela y está rodeado de unas arrugas pálidas con unos puntitos azules.

Según la tradición oral, cuando quiere causar algún daño en los pueblos se transforma en mendigo anciano, pide posada en cualquier casa y al amanecer desaparece, destruye los aperos y roba los ahorros, así como también objetos y alimentos de la vivienda. Según otra versión adquiere la forma de un árbol robusto, a la orilla de los caminos y al pasar un carro con leña u otro cargamento, el árbol se derrumba sobre los bueyes.


Entre otras tropelías que se le atribuyen, están las de robar pastoras bellas y despedazar cabañas.
La única manera de combatirlo es dándole muerte, cosa que sólo es posible arrancándole un pelo blanco que posee entre su roja barba.
La tradición también afirma que, cuando envejece lo suficiente, sus pares lo asesinan, le abren el vientre, se reparten lo que lleva dentro y lo entierran junto al roble. Del cadáver, al cabo de nueve meses, surgen unos enormes gusanos que la ojáncana amamanta con la sangre de sus pechos hasta que, al cumplir tres años, devienen ojáncanos y ojáncanas hechos y derechos.

Inventario de Criaturas Fantásticas
Basiliscos, Aluxes, Mulánimas, Elfos y Otros Seres Fabulosos.

Rosa Gómez Aquino

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