domingo, 1 de marzo de 2015

El MIEDO INDUCIDO


El miedo es una emoción BASICA, presente en todas las especies y culturas, aunque
con diferencias sustanciales, puede tratarse de una reacción innata determinada
por nuestra filogenética o adquirida porque ha sido aprendida por nuestros
padres, educadores, grupos de pertenencia, medios de comunicación, etc.
En Occidente tendremos una reacción de miedo y repulsa natural hacia las
ratas, pero en India se las venera y ningún experimentador mantiene esa
primera reacción de miedo porque se ha habituado a manipularlas.


El miedo en general es producto de una necesidad de sobrevivir, el miedo nos
advierte que hay un peligro -real o imaginario- y ante ese peligro se 
desencadena una cascada de procesos fisiológicos y químicos en nuestro cuerpo
que van a resultar en dos posibilidades, ATAQUE o HUIDA.

Nuestros ancestros tenían la necesidad de activarse frente a amenazas
 reales y tanto ante la huída como hacia el ataque, se generaba 
una acción tan intensa, que la tensión nerviosa se extinguía.

Pero siempre quedó presente la emoción en latencia, hay que estar alerta a
la presencia de otro predador. Sin miedo probablemente no existiríamos como 
especie, pero en la actualidad las cosas han cambiado y bastante.


Mientras nuestros ancestros padecían sus miedos y no podían evitarlos, muchas
personas se han dedicado a alimentarlos, a justificarlos y a utilizarlos como una
amenaza a la hora de educar o criar a sus hijos o alumnos.
Tanto el miedo como la culpa o el castigo fueron atributos de padres, madres,
maestros y religiosos, también de comunicadores sociales o políticos.

El miedo es una gran industria. 

El miedo genera legiones de personas con diversos trastornos, pánico, ansiedad,
stress, fobias, depresión y todo tipo de enfermedades renales y articulares.
Hay muchas formas de inducir el miedo, todavía queda el recuerdo del fin
del mundo en el 2012, o de cualquier profecía que se reflote para propagarse
al mundo como una amenaza de invasión, plagas, crisis y muchos etc.
En el caso de las ratas se condiciona el miedo con un sonido fuerte previo
a una descarga eléctrica, al repetir este patrón ya no hará falta la descarga
el sólo sonido activará en el pobre roedor una emoción de miedo.

Muchas veces nos pasa esto con la musiquita del noticiero, sólo escucharla
nos anticipa un sinnúmero de crímenes, catástrofes, desgracias y una 
visión tan sesgada de la realidad de la que casi nadie duda, por eso 
siguen gozando de una gran audiencia. Sabemos que el noticiero es un
gran alimento de miedo, stress, ansiedad y angustia, sin embargo muchos
quedarán ahí hechizados sin cuestionar la veracidad de las noticias.
Lo triste de todo esto es que las pobres ratas no eligen ser objetos de 
experimentación, pero nosotros si. Lo mismo sucede con las películas de
terror, son las más pochocleras, las que más recaudan. Y no sólo son
patrimonio de un público joven, mucha gente de mediana edad las ve con
avidez. Con los videojuegos o los creepypastas sucede lo mismo, tienen
un imán. En el caso de chicos y adolescentes muchos investigadores dicen
que ellos necesitan cierta activación que despues los preparará para 
enfrentar distintos retos y es muy posible que sea así.

Pero en el caso de gente de mediana edad ¿ qué pasa?


Creo que en estos casos alimentar el miedo y justificarlo puede servir para
explicar porque no hago lo que deseo hacer. Porque no pude hacer aquello o
elegir lo otro, porqué necesito aferrarme a esto que no me satisface, porque
afuera todo es peligroso e incierto. El miedo limita mis decisiones y mis
acciones, de todos los miedos el mayor es el miedo a lo desconocido.
El miedo tiene un valor de mantenernos en alerta, pero permanecer en
este estado puede empobrecer considerablemente nuestra vida.


Lo ideal, lo saludable sería mantener el control sobre él, nunca dejarlo
sobrepasar el límite. Una vez controlado la vida se expandirá y mucho.





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