¿ Cuántas vidas se pueden vivir en una ?
No hace falta que creamos o no en la Reencarnación, porque esta simple vida
puede virar dramáticamente en un instante. ¿ Quién puede asegurar que mañana
todo será igual que ayer? ¿Que habrá mínimas diferencias o anécdotas que contar?
O que sin previo aviso, irrumpirá en nuestra vida uno de esos hechos tan
dramáticos que nos llevan hacia una especie de muerte física y espiritual,
para no sucumbir. Con el tiempo y por obra del miedo o de vaya a saber
qué circunstancia si sobrevivimos nos adaptaremos pero con otro cuerpo
y otra identidad, borrando memorias, lenguas, amores, creencias y odios.
Jamás volveremos a ser los mismos de aquella vida que dejamos atrás.
Es eso o morir. ¿ Cuántas vidas se pueden vivir en una sola ?
EL CASO DE CYNTHIA ANN PARKER
Su historia se sitúa en la Texas de 1836, entonces Cynthia tenía tan solo 9
años, su familia habría llegado al igual que otras tantas familias en aquellas
caravanas de colonos y detuvieron su marcha en el límite Oeste cercano a
una pradera, donde ningún blanco había llegado todavía.
Su familia se estableció en la zona y construyeron su rancho, fortificando un
perímetro por la proximidad con los comanches, indios cazadores y guerreros
que habitaban esa zona de manadas de bisontes. Pero una mañana irrumpió en
su vida un mundo diferente al que había conocido. Un grupo de jinetes comanches
tomó por asalto el rancho de su familia, los hombres que serían padre, abuelo y
tíos fueron atravesados por flechas y sus cabelleras arrancadas al igual que sus
genitales, después los mataron. A su abuela la violaron repetidas veces y a un
bebé, tal vez su hermanito lo degollaron por su llanto. Cynthia fue amarrada al
caballo y llevada al campamento indio con su tía de 17 años, a su tía la violaron,
la torturaron en una suerte de rito tribal en la que sus verdugos danzaban con
júbilo alrededor de una inmensa hoguera. En esa hoguera se extinguirían junto
a su tía los primeros recuerdos de Cynthia. Los comanches solían adoptar a los
niños de su edad y así lo hacen con ella, que olvida su propia lengua para
hablar la de los asesinos, viste como comanche, aprende sus labores y se
integra a la vida de la tribu. ¿Quién podría juzgarla ?
Dice la leyenda que hubo otro sobreviviente en la familia, su tío James Parker
a él le llega el relato de unos comerciantes que trataban con los comanches.
Ellos habían observado a una mujer rubia de ojos celestes que cuando los
escuchaba hablar se apartaba con miedo. James Parker la busca durante
10 años en patrullas que se arriesgan a llegar hasta el norte desde México.
Pero recién en 1860 cuando la viruela, el cólera y la matanza indiscriminada
de bisontes vulneraron a la tribu, otra incursión pero esta vez de hombres
blancos irrumpe nuevamente en la vida de aquella mujer que una vez se
llamó Cynthia. Aquella niña aterrada era al momento del ataque una mujer
de piel cobriza cuyo nombre era NAUTDAH - la que ha sido aceptada-
Con su pelo oscurecido por la grasa de bisonte, de su anterior vida sólo
quedaban esos ojos celestes que volvieron a ser testigos del horror.
Siendo la esposa de un jefe indio y madre de 3 hijos, vió como los
hombres blancos asesinaban a su marido, en otra nueva carnicería en la
que les arrancan sus cabelleras y entrañas estando aún vivos. Cynthia en
el medio del horror pierde a sus dos hijos grandes y sólo puede salvar a
su pequeña Flor de la Pradera. Un soldado viendo sus ojos la rescata.
Cynthia vuelve con su pequeña hija a otro mundo que ahora volvía a ser salvaje
y desconocido. En la fotografía que le tomaron su fisonomía no era la de una
mujer blanca, era una india de ojos celestes, en cuyos ojos se superponían las
mismas atrocidades en mundos diferentes. Ambas les habían arrebatado a
sus familias y no pudo tolerar las prendas con las que las mujeres blancas
la vestían. No podría tolerar vivir en chozas de paredes, tal vez tampoco
recordaría su lengua materna. Pero se mantuvo dócil o en shock y sólo
amamantaba a su hijita que muere al poco tiempo. Ella no sabría como
vivir en ese mundo que alguna vez fue suyo y huyó.
No volvió con los comanches, ni volvió con los blancos.
Se convirtió en un fantasma con vida que deambuló
en silencio, entre dos mundos incomprensibles.
Tal vez ni siquiera pudo saber quién era entonces.
Tal vez haya encontrado finalmente un mundo coherente en donde
haya lugar para una nena de 9 años que juega en la pradera a ser grande.
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