A grandes rasgos hay episodios sobre todo de nuestra primera infancia que por simple sentido común nadie elige vivir.
Episodios muy traumáticos, es decir algo o alguien que irrumpió en nuestra vida dejándonos a merced del dolor, la ira o la venganza, estas son situaciones de abuso, maltrato, vejámenes que por su enorme impacto nos siguen provocando un enorme sufrimiento actual.
Estas situaciones suelen ser tan determinantes en nuestras vidas, que vivimos décadas enteras, incluso formamos nuestras propias familias, pero en el relato de estos hechos vemos como las emociones permanecen tan intensas como en la peor pesadilla.
Y sufrimos en silencio nuestra condición de víctimas
De esta manera ni vivimos ni dejamos vivir, porque quedamos atrapados en este dolor que a veces muta en miedo y nos vuelve agresivos y desconfiados, entonces el mundo entero se vive o se padece como a un gran agresor.
Frente a un agresor real, tenemos dos posibilidades ATAQUE o HUIDA, en el ataque todo nuestro cuerpo se prepara para la lucha y se defiende con todas sus fuerzas, nuestros sistemas se activan y finalmente la tensión cede porque se agotó en la lucha.
Pero cuando no podemos defendernos la situación es otra, la percepción de ser sujetos pasivos es frustrante y permanece inmutable a través de nuestra vida.
Conocemos a muchas personas que viven su vida victimizándose y frustrándose temerosas de esa posibilidad de elegir, reviviendo una y otra vez la misma situación de pasividad.
Esta es una forma deficitaria de Ser en el mundo.
Víctima y Victimario a veces se confunden en una extraña dualidad, porque parece que todos indiscriminadamente tienen que pagar por esos daños.
La vida así se empobrece, las emociones que prevalecen están siempre ligadas al miedo,
la ira y venganza.
¿ Es justo llevar esta cruz durante todo este viaje ? Por supuesto que no.
Ni para nosotros ni para nuestros compañeros de ruta.
No podemos cambiar lo que pasó, pero si podemos cambiar la percepción de lo que pasó,
se impone una pregunta, vivo como VICTIMA o SOBREVIVIENTE ?
La primera opción me mantendrá a merced, la segunda me dará la chance de avanzar, moverme y reconocer mi enorme VALOR y tal vez mañana tenga algo para enseñar también.
Perdonar y perdonarme, me liberará de la emoción de la ira.
Posicionarme desde otro lugar en la misma historia me abrirá otra perspectiva.
Valorar mis enormes esfuerzos por librarme de mi agresor, me ganará el respeto propio y ajeno, por que no elegí el daño, pero si la reparación.
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