Actualmente conocemos las virtudes y propiedades de los cristales,
gemas o piedras, tanto por la Ciencia como por el Reiki, así que ellas
cayeron bajo el descrédito de supersticiones o de ritos paganos,
pero esto no siempre fue así.
Hubo un tiempo mágico ligado al misticismo de los primeros cristianos
en los que las piedras se atribuían a ángeles, virtudes y hasta a las
mismísimas Escrituras Sagradas.
Así por ejemplo para citar algunos casos
Los Querubines estaban representados por el TOPACIO
Los Serafines estaban representados por el SARDONICE
El JACINTO, el AGATA y el AMATISTA representaban a
los asientos vacíos de los ángeles extraviados.
Los ángeles eran representados por la ESMERALDA
y los Arcángeles por el RUBI.
En otros aspectos más amplios cada mineral representaba
una virtud o se asociaba a las Sagradas Escrituras.
LA ESMERALDA
era el símbolo del verdor de la Naturaleza, la fertilidad
de la Tierra, la virginidad y con todo lo que crece
EL AGUAMARINA
Por su semejanza a las aguas era la viva representación
de las Sagradas Escrituras, la doctrina cristiana y el bautismo.
EL DIAMANTE
Por su extraordinaria resistencia al fuego y su dureza era
comparable a la fe cristiana y a su perdurabilidad
EL ONICE BLANCO
Simbolizaba a la inocencia, a la pureza y a la sinceridad
EL TOPACIO
Representaba a la sabiduría, las buenas obras la
castidad y la esperanza cristiana
De manera que las piedras en ese tiempo tuvieron un
papel protagónico en cuanto a su simbolismo y a las
propiedades terapéuticas que se le atribuían.
Eran obras de Dios que también podían corromperse
por el mal uso o por el pecado de aquellos que ignoraran
su poder y eventualmente debían ser ritualizadas
mediante misas y oraciones especiales.
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