viernes, 2 de diciembre de 2016

Los malos y los buenos


En general, a las mujeres no nos gustan los hombres buenos. Claro que hay excepciones.
Algunas personas coleccionan estampitas de santos, postales, medallitas de comunión o piedritas de plaza, y otras coleccionan plomos y demás alimañas.
Pocas mujeres eligen a esos hombres que se cuelgan de la pollera o llaman a cualquier hora para contarnos algo que no nos importa ni un poco.
A la mayoría nos gustan malos. Bien malos y filosos. Hay malos por acción, por omisión o por complejo (y con alguien hay que desquitarse). Los hombres malos tienen muchas maneras de hacernos sufrir.
A casi todas las mujeres nos gustan mas que los chocolates. Y, como los chocolates, casi siempre nos patean el hígado. Elegimos mal.
Ningún candidato descafeinado, algo menos intenso y sanito, de esos que la familia presenta como un "Buen muchacho" con el mismo tono de quien ofrece un tecito de boldo.
Elegimos mal, derrapamos, caemos a tierra en catastrófico aterrizaje forzoso y, todavía magulladas vamos al mostrador por más: "Dame otro de esos combos de pasión, celos, ardor, situaciones prohibidas y dramas, Sam".
¿ Porqué no podemos elegir por una vez, un hombre en formato stándar: una ensaladita sin demasiado aderezo pero que cuando diga "te llamo", llame, un pollito hervido que nos quiera y nos respete ?
El caso es que cuando conseguimos un prolijito, incluso sentimos un poco de verguenza porque las mujeres funcionamos según la lógica de Groucho Marx.
Cuentan que, durante años, el cómico intentó asociarse a un club muy exclusivo y cuando lo logró, mandó una carta declinando el honor, porque decía jamás sería miembro de un lugar que tuviera el mal gusto de aceptarlo a él.


La lógica de Groucho: si el se fija en mi, entonces es un idiota.
Dejamos que ellos nos tomen, nos suelten, nos saquen a pasear, nos pongan en su vida, nos presenten a su familia y nos oculten de sus amigos. Nos sentimos halagadas cuando nos permiten lavar sus platos sucios y tocamos el cielo con las manos cuando nos compran un cepillo de dientes para su casa.
Y despues, sufrimos.
Morimos de emoción si nos presentan como "mi novia", morimos de depresión si apenas dicen "mi amiga", morimos de amor y de agradecimiento cuando nos llaman con ese diminutivo cariñoso y un poco ridículo que nos inventaron. Y si, en cambio nos llaman por el nombre completo, morimos de terror: "¿estás enojado? ¿Qué te pasa? ¿querés un cafecito?.
Nos rebautizan, deciden nuestro lugar en el mundo, nos habilitan o nos sacan tarjeta amarilla, y nos sentimos feas, lindas, tontas, brillantes, atractivas o más devaluadas que un peso según nos hayan o no elegido. Según resuelvan que somos o no dignas de respirar el mismo aire. Según se dignen a llamarnos.

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LOS TOP TEN DEL SUFRIMIENTO FEMENINO





Lo que más nos hace sufrir a las mujeres es que él........

1- no llame
2- sea fóbico
3- nos patee
4- nos engañe
5- se olvide
6- no hable
7- tenga una ex
8- no entienda
9- nos deje
10- nos olvide

De LILIANA ESCLIAR

La máquina de sufrir, Editorial Sudamericana. Buenos Aires

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