Hay dos tipos de mujeres,
las que te cobran y las que te lo hacen pagar
Juan Antonio de Blás
EL VALOR DEL SUFRIMIENTO
Estamos tan acostumbradas a sufrir que ya nos olvidamos de los beneficios accesorios que
la práctica nos reporta. Solemos no tener en cuenta que, entre otras cosas, y aún cuando nosotras lo hacemos desinteresadamente, padecer es un buen negocio. Una inversión a
largo plazo que cotiza.
Decimos "Y todo lo que sufrí por vos...¿no vale nada?".
La pena vale. Y aunque sufrir es un poco molesto, cuando una se acostumbra es útil y livianito como andar con un talonario de facturas bajo el brazo.
Sufrir nos exime de no hacer, nos habilita a exigir que hagan y nos justifica por lo que no hicimos. En otras palabras
Por cada minuto que sufrimos, alguien va a pagar, y alguien
nos va a perdonar una deuda.
El señor queda como un santo, ¿ quién se ocupa ?
¿ Quién busca el pienso, limpia las jaulas y cuida que no se coman entre ellos ?
Desde que a Noé se le dió por juntar bichos, su mujer está como loca. Y tiene razón:
ella trabaja como una burra para mantener el arca como Dios manda y el no mueve
ni una hormiga.
Meses atrás, el Jefe se le apareció a Noé y le dijo aquello de "A flotar que se acaba
el mundo" Y ella lo vió tan abatatado a su marido, tan sin saber por dónde empezar,
que se ofreció a darle una mano.
"Vos dejá que yo me encargo ", le dijo
Y él se lo tomó al pie de la letra.
Primero fue la construcción del Arca: Vieja...¿no viste dónde dejé los clavos? o "Sé buena
y calentá un poco de brea". Desde afilar el serrucho hasta vendarle el dedo que se cortó
porque -según dijo- el serrucho estaba demasiado afilado, ella tuvo que estar en todo.
Pero si se le ocurría sugerir un cambio o proponer una mejora, él la descalificaba como si fuera el dueño de la Verdad.
Después la siguió con los animales: "Sosteneme a la tortuga que se me escapa la liebre" o
"Cambiale las piedritas a los leones que apestan".
Ella se encargó de todo, trabajó de sol a sol mientras el marido estudiaba su manual
"La vida es un Bricolaje "
Tanto esfuerzo ¿para qué? Nadie le dió las gracias y encima la culpan porque con el susto de los primeros relámpagos se olvidó de subir los dinosaurios al Arca.
Y ahora, en pleno Diluvio, ella lava, plancha, cocina y se arrastra por el reuma mientras el mira por la ventana y comenta "¿Vos viste cuánta humedad? Tengo la barba a la miseria.
Hasta que finalmente ella explota y pega un grito que espanta a la paloma.
- ¿ Podés colaborar un poquito, por amor de Dios ?-
Noé no se da cuenta de nada:
- ¿Qué necesitás? - pregunta, mientras las cabras se comen en sus barbas la ropa puesta
a secar en la estufa.
Y ella harta:
- Yo me ocupo, dejá no hagas nada -
Vida cotidiana de Noé y señora
De LA MAQUINA DE SUFRIR de LILIANA ESCLIAR, Editorial Sudamericana
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