La liebre es ágil, sagaz y veloz, no duda en que alcanzará en poco tiempo
recorrer distancias largas dejando rezagados al resto de los animales.
Y de todos ellos, el animal más lento es la tortuga.
¿ A quién se le ocurriría entonces que podrían ambos dos
competir en una carrera ?
Tal vez la tortuga haya iniciado el reto y la liebre se haya
reído confiada, tal vez la liebre hizo la propuesta o tal vez
los animales hayan presionado a estos dos tan dispares para
divertirse otro rato, lo cierto es que se fijó el día, la distancia
y el camino a recorrer.
El árbitro fue el sabio buho que en su imparcialidad y desde la
altura pautó los tiempos y los descansos para que ambos
competidores se recuperen de tal esfuerzo.
Nadie faltó a la cita y creo que la carrera se celebró en una
calurosa tarde de verano. Alguno de los concurrentes
abrió las apuestas y entre risas largaron !!!!
Lentamente y con mucho esfuerzo la tortuga siguió las huellas
de la liebre hasta perderla de vista. El camino se le hizo largo
pero no dudó un instante, sea cual fuere el resultado el
objetivo era ganar la carrera.
La liebre burlándose de su lentitud le dió ventaja, pero
la venció el calor, agotada se detuvo a descansar bajo la fresca
sombra de un árbol y durmió tan profundamente
una siesta confiada en su victoria.
Para sorpresa de todos, la lenta y tenaz tortuga sin
vacilar y sin descanso alguno ganó la carrera.
Me encantan las fábulas, en ellas los animales tienen
atributos y defectos humanos y quien haya escrito esta
intentó enseñarnos alguna lección sobre la soberbia.
Por muy seguros que estemos de nuestros dones tengamos
en cuenta que a veces no es mérito nuestro tenerlos, pero si
es virtud conservarlos. Por muy fácil que parezca una victoria
no subestimemos el esfuerzo de nadie, sobre todo del que
calificamos como lento.
Seamos un poco como la tortuga que sin el don de ser veloz
pudo con tesón superar sus limitaciones.
Y después si tomémonos una buena siesta que de tanto
en tanto hay que hacer alguna pausa para recuperar fuerzas y
valorar los logros, sobre todo si nadie apostó por nosotros.
Para todos los apostadores un gran Sorry gordo!!! y a
escribir en grandes letras una leyenda.
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