A los granjeros no les gustaban las ovejas negras, probablemente debido a que su lana es más dificultosa de teñir. Al principio las eliminaban, pero pronto descubrieron que, por motivos genéticos, o por necesidad de lana de ese color, eran necesarias para que la manada prospere.
Gregory Boyington no era el típico oficial de Aviación de la Marina, no era pulcro, ordenado o excesivamente obediente. Bebía más de la cuenta, tenía algo de sobrepeso y le daba nula importancia a los protocolos militares.
Antes de tener problemas graves, pidió su retiro y se unió a Los Tigres Voladores, una unidad de voluntarios norteamericanos al servicio de China, en la guerra Chino Japonesa.
Allí se halló en su elemento, pues era una unidad "colorida", donde no se insistía en la disciplina en tierra, o en los códigos de vestimenta, mientras se derribaran aviones enemigos.
Gregory "Pappy" Boyington
De vuelta en Estados Unidos, la armada, necesitada desesperadamente de pilotos con experiencia, le ofreció organizar y comandar una escuadrilla de cazas Corsair en el Pacífico.
- Va a tener que competir con los otros jefes de escuadrilla para formarla con los mejores elementos, o sea oficiales de fojas impecables, en lo posible graduados en Annapolis, serios, respetuosos y obedientes- le dijeron.
Boyington, en cambio, tomó el camino opuesto, eligió a los pilotos que nadie quería, los expulsados de otras escuadrillas, los sancionados por rebeldía, malas contestaciones, los independientes.
Llamó a su escuadrilla Ovejas Negras, y la situó en la pequeña isla de Vella Lavella.
Desde un principio dejó claro a sus hombres que no le importaban para nada los reglamentos y protocolos militares, podían vestirse como querían, evitar los saludos, formaciones, desfiles, solo les pedía que combatan con todo su alma a los japoneses.
Sus hombres, debido a su avanzada edad, ¡31 años!, no lo llamaban por su grado, Mayor, ni siquiera Señor, sino Pappy.
Pero en la primer salida de combate, Pappy Boyington, derribó 5 cazas Zero en 4 minutos.
En los siguientes tres meses la unidad derribó 97 aviones enemigos, y hundió un sinnúmero de barcos.
Finalmente Pappy Boyington fue alcanzado por el fuego enemigo, cayó al mar, y hecho prisionero por un submarino japonés. Regresó al final de la guerra y recibió la Medalla de Honor del Congreso.
Hoy saludo a todos los que en vez de repetir lo que el resto dice, piensan por si mismos; los que en vez de cumplir extraños protocolos, creados por los enemigos de la humanidad, actúan por sentido común; los que en vez de creerle a la televisión, investigan.
Os saludo, ovejas negras.
Horacio Rivara
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