El destino de las aves no es el cautiverio, sino la libertad de desplegar
sus alas para sortear el viento y habitar los Cielos.
Volar es cumplir con su destino, después en la adultez construirá su
nido (muchas aves son monógamas) ese nido será el refugio de los
los huevos que deposite la hembra luego del cortejo nupcial .
Personalmente tuve la bendición de darles un espacio en mi casa para
que una y otra vez lo hagan, cuando los pichones sientan la fuerza de
sus alas, serán estimulados por ambos padres para dejar el nido y
la mayoría de ellos lo logrará.
Gorriones y palomas han nacido en libertad y ese es su destino.
Para repetir una historia.
Pero siempre acechan los enemigos de la Libertad, los que jamás
surcarán los Cielos y aunque tuviesen alas, tal vez no se animarían
a Volar !!!!
Distinta es la situación del ave que nace en cautiverio, sus alas
fueron recortadas o atrofiadas, no conocen otro espacio que el de
su jaula. Nunca se han elevado por esa estúpida obsesión que
tiene mucha gente con tener aves cautivas.
Hace muchos años me regalaron un Calafate Húngaro, nadie
podría entender lo inteligente y sensible que puede ser un pájaro
Tenía un canto áspero, tosco, sin gorjeos, sin cambios,
ni tonos, pero era nuestro Paquito.
¡ Cómo lo quería mi viejo querido !!!!
Una vez con mi hermana, tuvimos la idea de abrir la puerta de su
jaula, (nosotros también temíamos su libertad porque sabíamos que
nunca había volado) otros podían atraparlo, lastimarlo o atacarlo.
Al principio no salió, pero fue acercándose gradualmente día a día
con curiosidad y temor. Dándole confianza en un espacio chico, él
siempre observaba todo, nunca me olvidaré de esa cabecita tan
flexible, esos ojos tan curiosos y vivaces.
La cosa es que un día salió, nuestro Calafate Húngaro o Gorrión de
Java, intentó volar pero se chocó con todo, torpemente y asustado
se quedó inmóvil, entonces mi papá lo devolvió a su jaula.
Queríamos que conociera la fuerza de sus alas, pero él no.
Agradezco a quienes subieron estas fotos porque así hubiese querido
que fuera su vida, pero jamás le faltó, comida, cariño, calor y gratitud
Repetimos la experiencia pero todos sus vuelos eran cortos y buscaba
refugio en el cuerpo de mi papá, sólo en él encontraba la confianza.
Después fue una costumbre dejar la puerta abierta y tal vez esas
historias simples cobran para mi otra dimensión y son valiosas.
Paquito no tuvo fotos ni videos, vive en mi memoria y en la memoria
de mi familia, cuando murió ya viejito mi papá lloró como si fuese un
chico. Espero que viva también en la memoria del eventual lector.
Años después mi papá también abandonó la jaula en la que se convirtió
su cuerpo y voló tan alto que surcó los Cielos, sé que en alguna nube
en alguna puesta de Sol está sosteniendo a Paquito o animándolo a
que vuele en un mundo de Calafates húngaros.
¡ Cómo los extraño a veces !!!! Algún día volaremos todos