Gueules Cassées fue el término que en francés
aludió a las caras destrozadas por metralla.
Se calcula que de aproximadamente
4.200.000 franceses que fueron a la guerra
más de 300.000 regresaron a su casa
mutilados, deformados y con miembros
amputados.
En estos años tristes y oscuros de la post guerra,
brilla la persona de Ann Coleman Ladd
quien no solo trascendió por su arte
sino también por su extraordinaria sensibilidad.
Ann fue una escultora nacida en EEUU
un 15 de julio de 1897.
Ya a fines de 1917 se radica en París
creando máscarás para los soldados
que sufrieron deformaciones en
sus rostros.
Reproduciendo sus rostros en yeso fabricó sus
máscaras en cobre, recreando en la pintura
con el mayor detalle posible el color
de la tez.
Estás máscaras hicieron posible que muchos
de estos hombres recuperaran su vida y
vencieran el miedo y la repugnancia que
sentías sus familiares al observarlos.
No se conoce la cifra exacta de los
sobrevivientes que apremiados por
la ira y la desesperación decidieron
quitarse la vida o no volver con
sus familias.
Ann al igual que muchas mujeres cuyas historias
no tuvieron tanta notoriedad, supieron poner en
el medio del horror una luz de esperanza y
transformar las vidas de quienes gracias
a su talento recuperaron parte de su vida.
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