Descripto en líneas generales, como una criatura que se alimenta de la sangre de los seres vivos para mantenerse activa, el mito de los vampiros es uno de los más extendidos dentro de la cultura humana.
Si bien en la actualidad suelen ser asociados principalmente a Europa Oriental, lo cierto es que hay criaturas vampíricas en la mitología y en el antiguo folklore de buena parte de los pueblos del planeta. El Vodyaniye ruso, la Guaxa asturiana y el Kappa japonés son solamente tres ejemplos al respecto. En realidad, la idea de vampiro es una suerte de concepto genérico y no todas las variaciones a las que aludimos tienen las mismas características ni se comportan de idéntica manera.
Nigel Jackson en el Libro completo de los vampiros considera que "el fenómeno del vampiro se puede dividir en dos clases amplias, las cuales a menudo se superponen en el folklore:
"1- El fantasma depredador de los muertos o del hechicero o bruja en trance de vuelo nocturno, una manifestación completamente inmaterial y psíquica o espectro hostil que ataca y amenaza la fuerza de vida de la comunidad. Sin duda alguna este es el aspecto más viejo de la leyenda del vampiro (...)
"2- El cadáver ambulante o esperpento de uno que ha llevado una vida de mal, quien rehusando descansar en la tumba, retorna al mundo de los vivos con intenciones agresivas. (...)
Si rastreamos la historia de esta criatura en el mundo occidental, podemos observar que, durante la Edad Media y principios de la Moderna, las leyendas de vampiros recorrieron buena parte del territorio europeo. Una vez establecida la inquisición y la caza de brujas que esta generó, los vampiros fueron asociados básicamente a fenómenos tales como la brujería. Es también hacia finales de la Edad Media cuando irrumpe en el escenario histórico un personaje real que será, hasta el día de hoy referencia ineludible a la hora de hablar de los vampiros el rumano Vlad IV Tepes Príncipe de
Valaquia, modelo que recogería Bram Stocker para crear el personaje protagonista de su novela
Drácula. El nombre en cuestión deriva de Draculea que significa "hijo de Dracul", la palabra que en rumano refiere a un mismo tiempo, a dragón y a demonio.
Efectivamente, Vlad IV Tepes era el hijo de Vlad Dracul, y de él se cuentan numerosas leyendas, entre las cuales se destacan las que refieren a su crueldad, especialmente en lo que respecta a los empalamientos, técnica de tortura y ejecución consistente en introducir un palo afilado por el ano o la vagina hasta la boca o el hombro, fijarlo a la carne con un clavo y despues levantarlo para que la víctima muera allí entre dolores atroces. Vlad Tepes empaló decenas de miles de delincuentes y de invasores otomanos, su vida plagada de episodios de sangre, crueldad, sadismo y tortura, generó una suerte de aura demoníaca a su alrededor que parece haber dado origen al personaje mítico, vinculado a los legendarios vampiros, pero construído sobre la base de un real histórico. Aún en vida del propio Vlad Tepes comenzaron a circular versiones acerca de que disponía de poderes nigrománticos, así como también de que su ejército diurno quedaba reforzado durante la noche por decenas de miles de almas de sus víctimas convertidas en fantasmales guerreros de la oscuridad, que bebían sangre de los vivos en busca de venganza. Ese fue el nacimiento del Drácula legendario.
Durante los siglos XVII y XVIII leyendas y relatos acerca de vampiros siguieron circulando en el continente europeo y el vampirismo fue objeto de estudio de varios reputados intelectuales. Agustín Calmet, un monje benedictino francés escribió en 1746 un ensayo sobre el tema Negociación y explicación de la materia y características de los espíritus y los vampiros, y así de los retornados de la muerte en Hungría, Moravia, etc., en el cual diferencia a los vampiros de los demás espíritus y demonios e indaga entre otras cuestiones acerca de si los vampiros están realmente muertos.
Durante el romanticismo - Movimiento artístico y filosófico que hizo un culto de lo nocturno y lo misterioso- el vampiro se convirtió en un tópico frecuentado por la literatura y pasó de la tradición popular a los salones elegantes.
Actualmente, y muy influído por la literatura y el cine, el mito del vampiro puede resumirse en la siguientes características: fue un humano mortal, pero ahora está en un estado no exactamente vivo, pero tampoco muerto y de ahí que se los conozca como Nosferatu ("no muerto") en rumano, necesita sangre fresca para mantenerse activo, puede afectar a otros con su mordedura y transformarlos en vampiros; la luz del sol lo destruye o al menos lo perturba enormemente y puede ser repelido por un crucifijo, una hostia consagrada, agua bendita o ajo.
Inventario de Criaturas Fantásticas, Basiliscos, Aluxes, Mulánimas y Elfos y otros Seres Fabulosos
Rosa Gómez Aquino
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