"Mamá hay un señor en la puerta que pregunta por vos". Otra vez su marido se olvidó las llaves.
Hace años que usted dejó de preguntarle dónde pasa su tiempo, a qué se dedica, cuánto gana y dónde trabaja.
Es que en realidad a esta altura del partido ya no le importa. Lo único que le molesta es que él siga usando su casa, su cama y sus servicios como los de un hotel cinco estrellas: cuando y como le conviene.
Hubo un tiempo, hace milenios en que usted se levantaba a servirle el desayuno, le cortaba las uñas de los pies, le alcanzaba la toalla cuando se bañaba y hasta lo esperaba a cenar cuando el cuerpo le aguantaba .....¿ Se acuerda?
Todo eso pertenece a la prehistoria.
Ahora vagamente se entera de que tiene una oficina en la City, almuerzo de negocios, paddle a las tres, algún viaje al extranjero y country los fines de semana.
El muy rata.
Cuando no tenía un mango, cuando no lo conocía ni la madre, usted se bancó como una mártir su malhumor y sus anécdotas del secundario, los vaivenes económicos, sus depresiones y sus euforias.
Y ahora no tiene tiempo para estar en casa.
En la época en que eran pobres usted lavaba, planchaba, cocinaba e improvisaba un striptease para que él saliera al mundo con la panza llena, las camisas limpias y el corazón contento.
Era un buen trabajo en equipo, Usted reforzaba el frente interno y él salía a buscar el mango. Perfecto, hasta que lo encontró.
De repente él fue el magnate y usted la mantenida.
Usted hizo la suya, sacó pasaje de ida al fascinante mundo de los siempre ocupados y todopoderosos y usted a quejarse a Santa Rita.
El resto de la historia es conocido, los hijos crecieron, se casaron y se fueron; los cachorros y las plantas enfermaron y murieron y usted se las rebuscó como pudo para no envejecer como en las películas, rodeada de gatos y mirando viejas fotos.
Como deshacerse del marido
Liliana Escliar, Editorial Sudamericana MUJER
Buenos Aires.
Una obra que no puede faltar en tu vida.
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