Bajo nuestra piel, somos cuerdas. Cuerdas finas, elásticas o
tendinosas, resistentes o vibrátiles que se entrecruzan todas
en un mapa, dibujando en cada uno de nosotros
una anatomía única, personal e irrepetible.
Somos cuerdas vibrantes o silentes, melodiosas o desafinadas
que guardan memorias de emociones, de las más profundas.
Cuerdas que se mecen con el viento, que se acortan con
el miedo o se distienden con el amor de quien las toca.
Cuerdas divinas que tienen sus historias de primicias o
de repeticiones incesantes y que están siempre a la
espera de una buena afinación.
O de la armonía, cuerdas ávidas de unirse a las distancias
remotas de los vientos y de llevar un buen acorde..
Somos cuerdas.....
Siempre lo hemos sido y el destino de las cuerdas
es sonar y elevarse al infinito, con las mejores intenciones.
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