¿ Quién no se ha topado con uno o más de ellos ?
Lo más difícil es identificarlos, porque lo más probable es
que cuando hayas leído estas palabras ya te hayas dado
cuenta que se trata de una pareja, un tío, un hermano,
un amigo tuyo o de alguien que también
es del entorno cercano.
¿Cómo identificarlo?
Son personas ávidas de destruir algo que otras tienen
en abundancia, por ejemplo alegría, ilusión, vitalidad.
Se van involucrando con atenciones, no se muestran
como son realmente, porque pueden camuflarse y son
geniales en este aspecto.
Son muy manipuladores y se comportan
como cazadores de una presa a la que
vienen observando con mucha inteligencia.
Ellos necesitan alimentarse de esa energía vital
que no tienen, porque en lo profundo de si se
sienten profundamente infelices y desgraciados.
Pero logran capturar a la víctima y entonces empieza
la tragedia. Tienden una trampa que a veces
puede ser mortal y se entabla así una relación
sumamente tóxica.
Basada en insultos, extorsiones emocionales
sometimiento y dependencia, en la cual en
primer lugar la víctima es aislada, hasta que
el ruido se expande.
Muchas veces también se
conciben hijos, porque resulta ser que la
maternidad genera una gran dependencia.
Y así resulta ser que esa mujer quedó cautiva.
En muchos aspectos el predador es un psicópata.
Rara vez siente culpa, jamás empatía, pero de
tanto en tanto amaga con algo parecido al
arrepentimiento, aunque jamás cambia.
No puede.
Tal vez no tiene esa capacidad.
Hay parejas que perduran en esta suerte de
vínculo sin poder liberarse.
Cuidado con los predadores.
Son muy seductores, acicalados, tienen sus
atributos para que la cacería sea exitosa,
pero el costo de estas relaciones
puede ser no solo la salud emocional
(que ya es bastante), sino la vida misma.
A ver un poco más allá de la apariencia,
ya que pueden ser personas muy seductoras,
pero lo que sigue no es precisamente un final feliz.
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