Se consideran nativos digitales a aquellos nacidos desde 1990
para acá, con la era de internet, los videojuegos, el chat, etc. etc.
y actualmente con todas las tecnologías habidas y por haber.
Todos conocemos y sabemos que es un nativo digital,
vamos a ver algunos rasgos. No pueden prescindir de las
redes, se comunican a través de pantallas y teclados
con mucha rapidez y naturalidad.
No importan mucho las geografías, las edades ni la
condición social, ellos siempre están "conectados"
Dependen de esa tecnología y la utilizan como forma
de comunicación durante la mayor parte del día.
No reniego de los avances porque yo personalmente
también utilizo mucho internet como fuente de
información, expresión o divertimento, pero creo
que mucho se ha perdido en el camino.
El nativo digital poco o nada sabe de la magia de los
textos, de un cuento con buenas ilustraciones o del
uso de su propia mano para escribir un nombre.
La información la recibe de otras maneras abriendo
pestañas en simultáneo, copiando y pegando textos.
Ha perdido parte de su salud visual y de su movilidad
habitual, el interés por el mundo real y la noción
de un tiempo que sigue su transcurso.
No sociabiliza en persona, evita formar grupos reales
y humanos, no mira a los ojos y tampoco es demasiado
expresivo con su emoción.
Prioriza lo visual, el formato, los colores, la inmediatez.
Es sobre todo un espectador de una realidad que
tal vez no entienda o no le interese entender.
Es poco empático y hasta su forma de hablar es distinta.
¿ Qué se perdió con la tecnología ?
Para mi, se perdió gran parte de la inteligencia
emocional, la pasión, el riesgo de animarse a
amar, defender ideas o ser espontáneo.
Se perdió mucho el vínculo entre nativos -hijos-
e inmigrantes digitales -padres, madres, abuelos-
Se abrió un abismo de no saber de qué hablar
o de no entender la forma de experimentar
la vida. Nativos e inmigrantes no entendemos
los mismos chistes, ni los mismos dramas.
A algunos nos duele a otros no les importa,
algunos no recuerdan cómo eran esos tiempos
de juntarse a hacer un picnic, jugar a las cartas
o charlar un rato, otros ni siquiera lo conocen.
Se trata de dos idiomas diferentes, no digo que
sean irreconciliables pero es difícil, sumamente
difícil crear un puente de comunicación
entre los unos y los otros.
Hemos quedado inevitablemente divididos
entre dos mundos diferentes, uno que parece
haber quedado arcaico y otro que muta
vertiginosamente a un ritmo imparable.
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